Turismo Castillo de Cornatel

El Castillo de Cornatel (Ulver) se encuentran a 40 Km. de La Portela de Valcarce.

Cornatel, arrogante todavía, encaramado en los más alto de la roca, parece proclamar a los cuatro vientos su gloria pasada. Escondido en los confines del Bierzo su recia arquitectura resiste gallardamente el paso de los años cobijando, muros adentro, todo un tesoro de historia y leyenda que cautiva al instante. Sus adarves aún recorren las truncadas almenas desafiando el tiempo, como esperando volver a sentir algún día el resonar de los pasos antiguos de la bella Condesa Jimena Muñiz, su más ilustre huésped.


La evocación de grandes señores feudales, damas nobles, Caballeros Templarios, envueltos en gestas heroicas, ambiciones políticas y románticas historias de amor rodea de intriga y misterio esta impresionante fortaleza con más de nueve siglos de historia que se resiste a morir. La joven berciana que enamoró a un rey fue dueña y señora del castillo y desde él gobernó el territorio circundante hasta la primera década del siglo XII. Nobles señores y condes se sucedieron en la tenencia hasta la llegada de la Orden del Temple que lo poseyó durante casi cien años hasta su disolución a comienzos del siglo XIV. Será a mediados del siglo XV cuando Cornatel va a alcanzar su máximo esplendor.


Un ambicioso personaje, el primer Conde de Lemos, transformó por completo el castillo convirtiéndolo en su residencia y en uno de los puntos fuertes de sus estados. Allí vivió y allí le alcanzó la muerte a finales de aquel siglo. No faltaron después las luchas fraticidas por su propiedad entre su hija legítima y el nieto bastardo, con intervención directa de los Reyes Católicos.


Hasta aquí la historia pero la otra faceta, la legendaria, recreada por Enrique Gil y Carrasco en su novela "El Señor de Bembibre" no es menos intrigante. Cornatel presta el escenario para algunos de los episodios más sobresalientes de su novela. Además de ésta dejó escritas otras obras en las que Cornatel y el Bierzo le sirven de argumento para expresar la nostalgia, el amor y también la preocupación que siente por su tierra natal, especialmente por los monumentos, los paisajes pintorescos y la gran riqueza artística.